DOCUMENTO: EL COMPROMISO DE CIUDAD DEL CABO ( 4 )

SEGUNDA PARTE
PARA EL MUNDO QUE SERVIMOS
El Llamado a la Acción de Ciudad del Cabo

INTRODUCCIÓN


Nuestro pacto con Dios vincula íntimamente el amor con la obediencia. Dios se regocija al ver “la obra de nuestra fe” y “el trabajo de nuestro amor”,[1] porque “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.[2]

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo en todo el mundo, hemos buscado escuchar la voz de Dios a través del Espíritu Santo. Hemos escuchado su voz, que nos llega desde su Palabra escrita en la exposición de Efesios, y a través de las voces de su pueblo de todo el mundo. Los seis temas principales de nuestro Congreso brindan un marco para discernir los desafíos que enfrenta la Iglesia de Cristo en todo el mundo y nuestras prioridades para el futuro. No pretendemos decir que estos compromisos son los únicos que la Iglesia debe considerar, ni que las prioridades son las mismas en todas partes.

IIA DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD DE CRISTO

EN UN MUNDO PLURALISTA Y GLOBALIZADO



1. La verdad y la persona de Cristo

Jesucristo es la verdad del universo. Dado que Jesús es verdad, la verdad en Cristo es (i) personal, además de proposicional; (ii) universal, además de contextual; (iii) última, además de presente.

  1. Como discípulos de Cristo, somos llamados a ser personas identificadas con la verdad.
(1)     Debemos vivir la verdad. Vivir la verdad es ser el rostro de Jesús, a través de quien la gloria del evangelio es revelada a mentes cegadas. Las personas verán la verdad en los rostros de quienes viven sus vidas para Jesús, en fidelidad y amor.
(2)     Debemos proclamar la verdad. La proclamación hablada de la verdad del evangelio sigue siendo de primordial importancia en nuestra misión. Esto no puede separarse del hecho de vivir la verdad. Las obras y las palabras deben ir de la mano.
  1. Instamos a los líderes de iglesias, pastores y evangelistas a predicar y enseñar la plenitud del evangelio bíblico como lo hizo Pablo, señalando todo su alcance y verdad cósmicos. Debemos presentar el evangelio, no meramente como una oferta de salvación individual, ni como una solución mejor para las necesidades que las que pueden brindar otros dioses, sino como el plan de Dios para todo el universo en Cristo. Las personas a veces acuden a Cristo para satisfacer una necesidad personal, pero permanecen con Cristo cuando encuentran que él es la verdad.


2. La verdad y el desafío del pluralismo

La pluralidad cultural y religiosa es un hecho, y los cristianos de Asia, por ejemplo, han convivido con esta pluralidad durante siglos. Cada una de las diferentes religiones afirma que su camino es el camino de la verdad. La mayoría de ellas buscará respetar las afirmaciones de fe competidoras de otras creencias y convivir con ellas. Sin embargo, el pluralismo posmoderno y relativista es diferente. Su ideología no deja margen para ninguna verdad absoluta ni universal. Aunque tolera las afirmaciones respecto de la verdad, las considera meras construcciones culturales. (Esta posición es lógicamente autodestructiva, ya que afirma como única verdad absoluta que no existe ninguna verdad absoluta). Este pluralismo afirma la “tolerancia” como valor último, pero puede asumir formas opresivas en países donde el secularismo o el ateísmo agresivo dominan el ámbito público.

  1. Anhelamos ver un mayor compromiso con la dura tarea de una apologética sólida. Esto debe darse en dos niveles.

(1)                 Necesitamos descubrir y equipar a las personas que están en condiciones de abogar por la verdad bíblica y defenderla en el ámbito público, interactuando en el mayor nivel intelectual y público; y debemos orar por ellas.
(2)                 Instamos a los líderes y pastores de la Iglesia a equipar a todos los creyentes con la valentía y las herramientas necesarias para relacionar la verdad con la conversación pública cotidiana, haciéndolo con relevancia profética, para así interactuar con cada aspecto de la cultura en que vivimos.


3. La verdad y el lugar de trabajo


La Biblia nos muestra la verdad de Dios acerca del trabajo humano como parte del buen propósito de Dios en la creación. La Biblia sitúa a la totalidad de nuestra vida de trabajo dentro de la esfera del ministerio, mientras servimos a Dios en diferentes llamados. En contraste, la falsedad de una línea divisoria entre lo sagrado y lo secular ha permeado el pensamiento y la acción de la Iglesia. Esta línea divisoria nos dice que la actividad religiosa pertenece a Dios, mientras que otras actividades no. La mayoría de los cristianos pasan la mayor parte de su tiempo en trabajos que tal vez consideren de poco valor espiritual (el llamado “trabajo secular”). Pero Dios es Señor de toda la vida. “Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”,[3] dijo Pablo a esclavos que trabajaban en un ambiente pagano.

A pesar de la enorme oportunidad evangelística y transformacional que ofrece el lugar de trabajo, donde los cristianos adultos desarrollan la mayoría de sus relaciones con no cristianos, pocas iglesias tienen la visión de equipar a su gente para aprovecharla. No hemos considerado al trabajo en sí mismo como bíblica e intrínsecamente significativo, al no haber puesto la totalidad de la vida bajo el señorío de Cristo.

  1. Identificamos a esta línea divisoria entre lo sagrado y lo secular como un obstáculo importante para la movilización de todo el pueblo de Dios en la misión de Dios, y llamamos a los cristianos de todo el mundo a rechazar sus preconceptos contrarios a la Biblia y a resistir sus efectos dañinos. Cuestionamos la tendencia a ver el ministerio y la misión (locales y transculturales) como principalmente tareas de ministros y misioneros pagados por la iglesia, los cuales son un minúsculo porcentaje de todo el cuerpo de Cristo.
  2. Alentamos a todos los creyentes a aceptar y afirmar que estar en el lugar donde Dios los haya llamado a trabajar es su ministerio y su misión cotidianos. Desafiamos a los pastores y líderes de la iglesia a apoyar a las personas que se desempeñan en este ministerio (en la comunidad y en el lugar de trabajo); a “capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio” (NVI) en cada aspecto de sus vidas.
  3. Necesitamos realizar esfuerzos intensivos para capacitar a todo el pueblo de Dios en un discipulado de la totalidad de la vida, lo cual significa vivir, pensar, trabajar y hablar desde una cosmovisión bíblica y con eficacia misional en cada lugar o circunstancia de la vida y el trabajo cotidianos.


Los cristianos que se desempeñan en muchos oficios, negocios y profesiones a menudo pueden ir a lugares donde no pueden ir los plantadores de iglesias y los evangelistas tradicionales. Lo que estos “fabricantes de tiendas” y personas de negocios hacen en el lugar de trabajo debe ser valorado como un aspecto del ministerio de las iglesias locales.


  1. Instamos a los líderes de iglesias locales a entender el impacto estratégico del ministerio en el lugar de trabajo y a movilizar, equipar y enviar a los miembros de sus iglesias como misioneros al lugar de trabajo, tanto en sus propias comunidades locales como en países que están cerrados a las formas tradicionales del testimonio del evangelio.

  2. Instamos a los líderes de misiones a integrar plenamente a los “fabricantes de tiendas” a la estrategia misional global.


4. La verdad y los medios globalizados


Nos comprometemos con una renovada participación crítica y creativa en los medios y la tecnología como formas de abogar por la verdad de Cristo en nuestras culturas mediáticas. Debemos hacerlo como embajadores de verdad, gracia, amor, paz y justicia de parte de Dios.

Identificamos las siguientes necesidades principales:

a.     Conciencia de los medios: Ayudar a las personas a desarrollar una conciencia más crítica de los mensajes que reciben, y de la cosmovisión sobre la cual se basan. Los medios pueden ser neutrales, y a veces, bien predispuestos hacia el evangelio. Pero también son usados para la pornografía, la violencia y la avaricia. Alentamos a los pastores y a las iglesias a enfrentar estos temas abiertamente y brindar enseñanza y orientación a los creyentes para resistir estas presiones y tentaciones.
b.    Presencia en los medios: Desarrollar modelos de conducta cristianos y comunicadores cristianos que sean auténticos y creíbles, para los medios de noticias generales y los medios de entretenimiento, y promover estas carreras como un medio digno de influencia para Cristo.
c.     Ministerios en los medios: Desarrollar el uso creativo, combinado e interactivo de medios “tradicionales”, “viejos” y “nuevos” para comunicar el evangelio de Cristo en el contexto de una cosmovisión bíblica holística.


5. La verdad y el arte en la misión

Poseemos el don de la creatividad porque llevamos la imagen de Dios. El arte, en sus muchas formas, es una parte integral de lo que hacemos como humanos y puede reflejar algo de la belleza y la verdad de Dios. Los artistas, en la plenitud de sus facultades, son narradores de la verdad, así que las artes constituyen una forma importante en que podemos hablar la verdad del evangelio. La dramatización, la danza, la narración, la música y las imágenes visuales pueden ser expresiones, tanto de la realidad de nuestra condición rota, como de la esperanza, centrada en el evangelio, de que todas las cosas serán hechas nuevas.

En el mundo de la misión, las artes son un recurso no explotado. Alentamos activamente a una mayor participación cristiana en las artes.


  1. Anhelamos ver a la Iglesia en todas las culturas participando enérgicamente en las artes como un contexto para la misión. Esta participación puede darse de las siguientes maneras:

(1)                 Restituyendo las artes a la vida de la comunidad de fe como un componente válido y valioso de nuestro llamado al discipulado;
(2)                 Apoyando a las personas que tienen dones artísticos, especialmente a las hermanas y los hermanos en Cristo, para que puedan prosperar en su trabajo;
(3)                 Permitiendo que las artes sirvan como un entorno acogedor en el cual podamos aceptar y llegar a conocer al prójimo y al extranjero;
(4)                 Respetando las diferencias culturales y celebrando las expresiones artísticas autóctonas.


6. La verdad y las tecnologías emergentes

Este siglo es conocido comúnmente como “el siglo biotecnológico”, con avances en todas las tecnologías emergentes (bío, info/digital, nano, realidad virtual, inteligencia artificial y robótica). Esto tiene profundas implicaciones para la Iglesia y para la misión, especialmente con relación a la verdad bíblica de lo que significa ser humanos. Necesitamos promover respuestas y acciones prácticas auténticamente cristianas en el ámbito de las políticas públicas, para asegurar que la tecnología no se use para manipular, distorsionar y destruir, sino para preservar y brindar un mayor sentido de realización a nuestra condición humana, como personas que Dios ha creado a su propia imagen. Hacemos un llamado:

  1. A los líderes de iglesias locales (i) a alentar, apoyar y plantear preguntas a los miembros de las iglesias que participan profesionalmente en la ciencia, la tecnología, el cuidado de la salud y la política pública, y (ii) a presentar a estudiantes que reflexionan teológicamente la necesidad de que los cristianos ingresen en estos ámbitos.

b.    A los seminarios, a incluir esos campos en sus planes de estudio, de forma que los futuros líderes de la Iglesia y educadores teológicos desarrollen una crítica cristiana informada de las nuevas tecnologías.

  1. A los teólogos, y a los cristianos en el gobierno, las empresas, los ambientes académicos y los campos técnicos, a formar grupos de expertos o asociaciones, nacionales o regionales, para involucrarse en nuevas tecnologías, y a pronunciarse en el diseño de políticas públicas con una voz que sea bíblica y pertinente.

  1. A todas las comunidades cristianas locales, a demostrar respeto por la dignidad única y el carácter sagrado de la vida humana mediante un cuidado práctico y holístico que integre los aspectos físicos, emocionales, relacionales y espirituales de nuestra humanidad creada.

7. La verdad y los ámbitos públicos

Los ámbitos interconectados del gobierno, las empresas y los ambientes académicos tienen una fuerte influencia en los valores de cada nación y, en términos humanos, definen la libertad de la Iglesia.

  1. Alentamos a los seguidores de Cristo a participar activamente en estas esferas, tanto en el servicio público como en empresas privadas, a fin de dar forma a los valores de la sociedad e influir en el debate público. Alentamos el apoyo a las escuelas y universidades que ponen a Cristo en primer lugar y que están comprometidas con la excelencia académica y la verdad bíblica.

  2. La corrupción es condenada en la Biblia. Socava el desarrollo económico, distorsiona la toma de decisiones equitativas y destruye la cohesión social. Ninguna nación está libre de la corrupción. Invitamos a los cristianos en el lugar de trabajo, especialmente a los jóvenes empresarios, a pensar creativamente cómo enfrentar mejor este flagelo.

Alentamos a los jóvenes académicos cristianos a considerar la posibilidad de seguir una carrera a largo plazo en una universidad secular para: a) enseñar y b) desarrollar su disciplina sobre la base de una cosmovisión bíblica, influyendo así sobre su campo de especialización. No podemos darnos el lujo de descuidar el mundo académico.[4]


[1]           1 Tesalonicenses 1:3
[2]           Efesios 2:10
[3]           Colosenses 3:23
[4]           Porque “la universidad es un claro punto de apoyo para mover el mundo. La Iglesia no puede prestar un mayor servicio a sí misma y a la causa del evangelio que intentar recuperar las universidades para Cristo. Más poderosamente que por cualquier otro medio, cambien la universidad y cambiarán el mundo”. Charles Habib Malik, ex presidente de la Asamblea General de la ONU, en sus Pascal Lectures 1981, A Christian Critique of the University.


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